La caracterización del suelo es fundamental para determinar la forma en que aplicamos el riego a los cultivos. Gracias a esto podremos conseguir no perder agua por percolación y no provocar estrés en las raíces por abundancia de agua. Esta pequeña serie de artículos pretenden alojar cierta luz sobre los diversos factores del suelo que debemos tener en cuenta a la hora de regar.
La estructura del suelo es el resultado de la disposición y composición de las partículas que lo forman. Años de evolución estructuran sus capas formando distintos perfiles u horizontes que se distinguen tanto por su movimiento interno como por el transporte vertical del agua que circula a través suyo en los procesos de lixiviación y capilaridad.
La composición de los horizontes del suelo viene caracterizada por su textura, densidad, porosidad, etc. y, según la bibliografía, en los suelos evolucionados pueden llegar a aparecer los siguientes estratos:
- Horizonte O. Parte más superficial y formada por restos vegetales.
- Horizonte A. Donde enraíza la vegetación herbácea. Suele ser de color oscuro por la presencia de materia orgánica.
- Horizonte B. Contiene los materiales que han venido arrastrados desde capas superiores y no tiene apenas materia orgánica, lo que le da un color entre rojizo y pardo.
- Horizonte C. También se conoce como subsuelo. Está formado por la parte superficial de la roca madre donde apoya el suelo.
- Horizonte D (también llamado R). Es la roca madre, el material que no ha sufrido alteración y sobre el que se sujetan el resto de capas del suelo.